El Espanyol firmó en Vallecas una de sus mejores actuaciones en años, arrollando al Rayo Vallecano por 0-4 en un partido que rozó la perfección. Los de Manolo González firmaron una primera parte de exhibición y supieron sufrir para sentenciar en la segunda.

Difícil encontrar un precedente reciente como este. Hay que remontarse a aquel 3-0 al Villarreal en 2008 para ver un Espanyol tan dominante. Pero lo vivido este 4 de abril fue incluso más impactante. El conjunto blanquiazul desarmó al Rayo en apenas 20 minutos. Cabrera abrió la cuenta de cabeza, Roberto hizo el segundo tras una contra magistral, y antes del descanso el marcador pudo ser escandaloso. Roca, Puado y el propio Roberto tuvieron ocasiones claras para haber sentenciado el choque mucho antes.

El Espanyol venía de dos partidos con apenas un disparo a puerta. En Vallecas, en solo la primera mitad, disparó diez veces. El equipo fue una máquina: Urko y Pol mandaron en el medio, Edu Expósito brilló como nunca y los de arriba vivieron en el área rival. El Rayo, irreconocible, apenas pudo reaccionar.

Tras el descanso, el Rayo intentó levantarse con la entrada de Isi, que dio algo de vida al equipo y a la grada. Los locales presionaron más, pero se toparon con un muro: Joan García. El portero perico salvó dos ocasiones claras y mantuvo vivo el plan de Manolo, que apostó por contener y matar a la contra.

Y cuando más apretaba el Rayo, llegó el penalti sobre Roberto, revisado por el VAR. Puado no perdonó desde los once metros. Ya en el tramo final, Pere Milla culminó una contra para cerrar la goleada con el cuarto.

Una victoria para soñar, para dar un golpe de autoridad sobre la mesa y para seguir luchando por la permanencia.

Un Espanyol sólido, atrevido y eficaz. Un Espanyol que recordó al de sus mejores tiempos.