
El fútbol carece de sentido común y normalidad. Y sino que se lo digan a Guardiola y su Manchester City, que ya acumula seis partidos sin vencer tras el empate cosechado ayer en el Etihad ante el Feyenoord. Nada te asegura ganar, ni siquiera encontrar y ejecutar una fórmula que parecía perfecta como dejar constantemente al rival en fuera de juego. Consciente de ello es el bueno de Hansi Flick, al que se le atragantaban los partidos en los que no podía contar con Lamine Yamal. Nuevo reto y nuevo objetivo logrado por los pupilos del técnico alemán gracias a la victoria ante el Brest.
En medio de la celebración, a pesar de la exclusión de la grada de animación ‘sine die’, de los 125 años de historia del club azulgrana (que se cumplen este próximo viernes) ha emergido la figura del técnico alemán como alma mater de este nuevo proyecto azulgrana. Procedente de esa escuela alemana que tanto encandilaba al presidente Joan Laporta, Flick ha pasado de verdugo durante el doloroso 2-8 en Lisboa a redentor.
‘Not yet’ decía el alemán cuando en su presentación como técnico culé le preguntaban a cerca del entorno que tanto ha caracterizado a la entidad catalana y que acuñó Johan Cruyff. Parece ser que el ‘Not yet’ sigue estando incrustado en el libreto del alemán, que rehúye de excusas y afronta los problemas que ha atravesado el equipo con una pasmosa facilidad.
Bajo la tutela del entrenador de Bammental se ha conseguido olvidar los fantasmas del pasado (venciendo al Bayern de Múnich en la Champions, su gran bestia europea), se ha impuesto (por ahora) a un Real Madrid al que se le presuponía un dominio arrollador con la contratación de Mbappé y el equipo goza de unas señas de identidad propias. Parecen haber cambiado muchas cosas en Can Barça, pero, nada más lejos de la realidad. Las únicas variaciones respecto al anterior curso son las llegadas de un Olmo superlativo y un joven Pau Víctor con un papel muy residual. Y cómo no, la apuesta por Hansi Flick.
“Es mentira que con Xavi no trabajábamos. Ahora es diferente y me va mejor”, decía un renacido Pedri tras el choque ante el Brest que deja al Barça como segundo clasificado de forma provisional en la nueva Champions. A Xavi hay que agradecerle la apuesta por jugadores como Lamine Yamal o Cubarsí, pero a Flick hay que preguntarle cómo ha logrado rescatar del ostracismo a Raphinha, Íñigo Martínez o Lewandowski. La incógnita aún está por resolver en el caso de Frenkie de Jong, recibido con una sonora pitada en Montjuïc.
Si el sentido común es el menos común de todos, Flick lo aplica con una pasmosa facilidad. «Jugar al fútbol es muy sencillo, pero jugar un fútbol sencillo es la cosa más difícil que hay», decía Cruyff. Mantra que ahora rescata el técnico alemán para recuperar la ilusión de la afición culé a las puertas del 125 aniversario de la entidad. Qué magnífico (y difícil) arte el suyo.