
El Real Madrid volvió a demostrar que la Copa del Rey es un torneo de emociones intensas. En un partido que se volvió caótico con el paso de los minutos, el equipo de Ancelotti logró una remontada agónica ante la Real Sociedad para meterse en la final. Dos autogoles de Alaba parecían sentenciar la eliminación, pero Bellingham y Tchouameni revivieron al conjunto blanco. Oyarzabal forzó la prórroga, y cuando todo parecía encaminado a los penaltis, Rüdiger apareció una vez más con un cabezazo decisivo para sellar el pase. El Madrid, fiel a su historia, desafió la lógica una vez más.
Ancelotti apostó por la rotación, confiando en jugadores como Valverde, Vinicius y Rodrygo desde el banquillo, aunque la adaptación no fue igual para todos. Arda Güler no brilló como se esperaba, y Camavinga, ubicado como lateral izquierdo, sufrió con la velocidad de Kubo. Endrick, por su parte, fue el protagonista del arranque. El joven brasileño dejó destellos de su talento, abriendo el marcador con una definición magistral tras un pase de Vinicius.
Un partido que se desató en el tramo final
El encuentro empezó con un ritmo controlado. La Real Sociedad apostó por la paciencia, esperando su oportunidad. Y la encontró pronto: un pase de Zubimendi, un toque de Pablo Marín y Barrenetxea superó a Lunin con un remate preciso entre las piernas. El Madrid, acostumbrado a caminar sobre el alambre, no se descompuso y siguió generando peligro.
Antes del gol visitante, Endrick había intentado una chilena y Vinicius había estado cerca de marcar. Bellingham y Rodrygo también dispusieron de ocasiones, pero no lograron concretarlas. La Real, pese a ponerse en ventaja, no supo aprovechar el desconcierto madridista. El empate llegó cuando Vinicius metió un pase milimétrico para que Endrick definiera con clase ante Remiro.
En la segunda mitad, el Madrid arrancó con energía. Rodrygo intentó un gol olímpico, Endrick protagonizó una gran carrera y Bellingham sufrió un penalti no sancionado tras un choque con Remiro. Pero el equipo blanco volvió a bajar el ritmo y la Real Sociedad encontró su oportunidad.
Autogoles, remontada y prórroga
Ancelotti decidió dar entrada a Mbappé en busca de un revulsivo. Sin embargo, fue la Real la que golpeó primero. Un centro de Pablo Marín terminó en autogol de Alaba, que desvió el balón con el tacón. Poco después, otro desafortunado desvío del austriaco tras un disparo de Oyarzabal puso al Madrid al borde de la eliminación.
Pero el equipo blanco nunca se rinde. Vinicius apareció en el momento justo para asistir a Bellingham, quien empató el partido. Tchouameni puso el 3-3 con un cabezazo que parecía definitivo, pero Oyarzabal volvió a silenciar el Bernabéu con otro testarazo en el tiempo añadido, aprovechando una mala salida de Lunin.
Rüdiger, el héroe inesperado
En la prórroga, el Madrid fue superior y contó con las mejores oportunidades. La Real, agotada, intentó llevar el duelo a los penaltis. Sin embargo, Rüdiger, acostumbrado a aparecer en los momentos clave, conectó un cabezazo tras un córner de Güler y sentenció el pase a la final.
El Madrid vuelve a demostrar que nunca está muerto hasta el pitido final. Las victorias épicas se han convertido en su sello de identidad.