
San Mamés se prepara para vivir otra noche europea inolvidable. El Athletic Club recibe este jueves al Manchester United en la ida de las semifinales de la UEFA Europa League con la ambición de acercarse a una final que, por una vez, se jugará en su propia casa. El equipo de Ernesto Valverde sabe que no hay margen para el error: golpear primero es casi una obligación.
Los bilbaínos han hecho del fortín rojiblanco un lugar inexpugnable esta temporada en Europa. Ni la Roma ni el Rangers lograron arañar un solo punto en La Catedral. Ahora, el reto es aún mayor: batir a uno de los grandes del continente, aunque llegue con dudas. La vuelta en Old Trafford obliga a maximizar cada jugada y cada apoyo de la grada este jueves.
Rúben Amorim, técnico del United, no escatimó elogios hacia el rival. “Es un equipo muy intenso, incluso para lo que estamos acostumbrados en España. Nico Williams es un jugador especial”, afirmó el portugués, consciente de que el Athletic “utilizará el impulso de su afición para llevar el partido al siguiente nivel”.
En cuanto al once, Valverde no podrá contar con Oihan Sancet, que no ha superado su lesión muscular. Unai Gómez o Berenguer se postulan para ocupar su lugar, mientras Nico Williams, entre algodones por una pubalgia, ha confirmado sentirse “bastante bien”. Maroan Sannadi y su hermano Iñaki completan un tridente que intentará abrir ventaja antes del viaje a Inglaterra.
El Athletic afronta la eliminatoria con respeto pero sin complejos. Valverde ya advirtió que “ningún resultado garantiza nada” y que la clave será mantener la intensidad en ambos partidos. Amorim, por su parte, asume que su equipo está en un momento delicado, pero ve en este torneo una vía para redimirse: “Ganar la Europa League no borra la temporada, pero puede cambiar muchas cosas”.
Treinta y tres años después de su última final europea y trece desde aquella mítica noche en Old Trafford con Bielsa en el banquillo, los leones tienen ante sí la oportunidad de escribir una nueva página de oro en su historia. El camino no será fácil, pero San Mamés está listo para rugir.